Capítulo
10:
Andrés
se sentó junto a mí, estaba enfadado, su mirada me lo decía, sus nudillos
estaban ensangrentados:
-Nicholas
es un idiota, se merecía el golpe que le di, me dijo y se limpió la sangre con
un pañuelo.
-¿Por
qué lo golpeaste?, pregunté asustada, le quité el pañuelo y saqué una botella
de desinfectante que tenía en la maleta, agregué un poco y lo apreté en su
mano, hizo un gesto de dolor, pero debía desinfectar su herida. Andrés no me
respondía.
-Responde
Andrés, por qué lo golpeaste
-Porque
me dijo que, ibas a morir, que si sigues con ese fuerte medicamento que te dan
morirás, que todo esto es un complot, para hacer a los chicos más enfermos y
así mantenerlos más tiempo en el lugar, me dijo que morirás, tarde o temprano y
que yo viviré con la angustia de no haber hecho nada, pero…, lo interrumpí
poniendo mi cara en su pecho, empecé a llorar, Andrés me abrazó y permanecimos
así por un tiempo.
Capítulo
11:
Decidimos
no volver a la escuela, así que mientras mis padres me dejaban en la puerta de
aquella casa antigua. No entraba a ella y fijando que nadie me vea, salía
corriendo colina arriba hasta un parque abandonado, donde Andrés me esperaba.
Correr me dejaba sin aliento, pero no quería regresar, no quería sentirme así
otra vez.
Queríamos
averiguar, si realmente, lo que decía Nicholas era verdad. Lo que importaba
ahora era que, si él tenía razón, habíamos escapado de aquella estúpida
conspiración. Había intentado hablar con mis padres pero su respuesta al
problema me dejó en claro que no me creían:
-Samantha,
no es que no te creemos, pero creo que exageras un poco, sabemos que no te
gusta ir, pero ponle ganas, querida.
-No soy
yo la que dice eso papá, en la enfermería hay chicos que frecuentan cada vez
más, empeoran mucho y la medicina, creo que esa medicina extraña que me inyectaban
me estaba provocando más ataques, quizá es alguna clase de veneno
-Samantha,
para, no creo que una institución tan privilegiada como esa pueda hacer ese
tipo de cosas.
-Está
bien como sea…
Andrés
estaba furioso, no entendía por qué no nos creían cuando avisábamos a alguien
más, desde que ya no íbamos a la escuela, mis ataques volvieron a la normalidad
y dejé de sentirme tan débil, regresé a mi color natural de piel. Así que
decidimos nunca más volver, hasta saberlo todo.
Capítulo
12:
Andrés
me llevaba a casa al atardecer, para que mis padres no sospechen que no estaba
yendo a la escuela, había conseguido una motocicleta muy barata en un lugar de
segunda mano, así que ya no debíamos caminar colina arriba, simplemente íbamos
a donde se nos antojaba.
Pero un
día, mis padres estaban esperando en la puerta, tenían una dura expresión en la
cara, salté fuera de la motocicleta e hice que Andrés espere un momento.
-¿Cómo
pudiste mentirnos de esa manera Samantha?, me dijo mi papá con lágrimas en los
ojos, me tomó de un brazo muy fuerte.
-Me
estás lastimando papá, suéltame
-Cómo
quieres que te soltemos, si ahora ya ni vas a la escuela
-Cómo
saben eso
- Llamaron
a preguntar si estabas bien, porque no has ido a la escuela en un mes
-Mamá,
no he ido y me siento muchísimo mejor, ¿no crees que es una señal?
-Tonterías,
lo que quieres es escaparte con ese mocoso, que parece estar siendo una mala
influencia y hemos tomado una decisión, te meteremos en el internado del lugar,
allí estarás hasta notar que hayas mejorado, tu actitud, nos está haciendo daño
Samantha.
¿Internado?
¿Me encerrarían allí hasta que me maten? La bocina de la motocicleta sonó,
Andrés me hizo una seña, caminé despacio:
-¿Qué
haces Samantha?
No dije
nada, mi respiración estaba muy agitada, Andrés me susurró que suba despacio a
la moto. Así lo hice y la moto arrancó y dejó atrás todo lo que tenía.
Mis
papás gritaban con mucha desesperación que volviera, pero no di marcha atrás y
pedí a Andrés que acelerará.
Avanzamos
por muchísimo tiempo, tanto que oscureció y la luz de la luna era lo único que
nos alumbraba.
-No
debimos hacer esto, tus papás nunca más me van a dejar estar contigo, ¿sabes lo
que me hará tu padre si nos encuentra?, me dijo Andrés estacionando la moto
cerca de una pequeña casa..
-Hemos
llegado muy lejos como para volver, le dije, tenía sueño, pero no sabía dónde
estábamos.
-Podemos
dormir aquí Samantha, me explicó, estaba cansada así que no me cuestioné y
entramos a la pequeña casa. Escuchaba el maullido de muchos gatos, ahora podía
saber dónde estábamos.
-Bienvenido
Andrés, que bueno verte aquí, aunque es tarde, debes estar cansado, dijo una
mujer ya anciana que salió al recibidor. Andrés la abrazó y pidió que nos diera
un techo por algunos días. La mujer aceptó simpáticamente y nos dio un cuarto,
en el cual había una cama y un sofá.
-Podríamos
turnarnos Andrés, un día tú, un día yo, le dije, pero sonrió.
-Yo
tengo mi propio cuarto aquí, porque yo vivo aquí, me respondió, me sorprendí,
era extraño que un chico viva con tantos ancianos y gatos, creí que sólo los
cuidaba.
-Así
que tu hermana debe estar por aquí, me muero por conocerla, le dije algo
emocionada. Andrés me miró algo desconcertado y suspiró.
-Yo
también me muero por verla pero, no la he visto en varios años, varios, me
respondió en un tono muy triste y continuó, -mi hermana se había quedado en
casa, mira era pequeña y no entendía bien lo que pasaba, una niña de diez años
no comprende qué pasa a su alrededor, así que yo regresaba de la tienda
comprando algunos dulces para ella, pero ya no estaba, mi papá se la había
llevado, quizá para hacerme sentir miserable, no lo sé y no pude avisar a la
policía porque, después de todo era su papá, no la he visto en cuatro años, de
seguro ni me recuerda.